Entrada al azar

viernes, 24 de mayo de 2019

UN EPITAFIO DE MALVINAS (Jorge Luis Borges)




Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.


2 comentarios:

  1. Siempre la guerra (es un monstruo grande y pisa fuerte), siempre el peor de los 4 jinetes apocalípticos.

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  2. La de miedo
    empezaba después,
    cuando salíamos
    a la calle,

    y allí
    no estaba
    John Wayne.

    (Karmelo C. Iribarren)

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