Entrada al azar

      viernes, 17 de mayo de 2019

      EL ÁRBOL (Esther Muntañola)


      Cuando llegué a la casa ya estaba el árbol. Apenas vivo, algunas
      hojas como plumas, erizadas y sueltas, en desorden. No me
      gustó, no me gustó nada, ocupaba un buen espacio, el macetero
      medio roto,y no había hoja sana. Mi hermano podó el árbol,
      cambié el contenedor y la tierra y conviví con él sin pena ni
      gloria los años siguientes. No sabía cómo hacer para que luciera
      mejor. El tronco endeble, las hojas duras se resquebrajaban con
      mirarlas. Y ya estabas tú en el centro de mi vida cuando cayó
      aquella granizada que lo apedreó y estuvo casi un año hecho jirones.

      No sé cómo, pero poco a poco comencé a querer a aquel árbol
      inútil y feo, a refrescarle el verdor, a mantener la tierra limpia
      de minadores, de pulgones, y todas las plagas que residían
      encantadas a su lado. Este invierno, ocho años después, me
      hizo llorar, lleno de flores, lleno de hermosas abejas zumbando
      embriagadas, lleno de vida. Cientos de flores. Qué esfuerzo
      tremendo. Y el aire lleno de olor.

      Llegó la nieve, tuve miedo por él, las heladas se contaron en
      más de diez, volvió el granizo y no pude cubrirlo, pero aún
      quedaron granos preñados, se estiraron los días y se volvieron
      dorados los frutos. Hoy mordemos a medias este níspero
      humilde, hecho de sol y maravilla, y nos sabe dulce y vemos
      que está lleno de simiente, como todo aquello que el amor
      contiene.


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