Hasta los músicos.
Cuando se despertaron cada uno
miró el reloj y vio
que habían pasado tres horas
pero ninguno osó confesar el suceso
y todavía menos los sueños que había tenido.
Sólo el niño que había soñado
que era una nuez
se lo dijo a su mamá y ella
le respondió que nunca nadie había soñado nada más hermoso.
A la mañana siguiente la mujer que limpiaba la sala
encontró una nuez debajo de una butaca
y se la puso en el bolsillo.
Allí la encontró su niño, la cogió,
se la comió y la encontró buenísima.
Aquella nuez fue la única prenda
que el tiempo dejó por tres horas
robadas a aquellos nobles espíritus
reunidos en la concha sonora
de un caluroso Auditorium,
fue el único objeto
sustraído al mundo de los sueños
de un niño por otro niño.
esos trotes que resuenan en el cielo
ResponderEliminaresos nuevos compañeros que entre nubes se despiden
continuando sin fin el viaje
adiós muchachos.
sin respuesta aquí en los límites
entre riberas desaparecidas
entre pueblos extintos
esta herencia
tiernos osarios de pájaro y serpientes.
ardan ya casa y ciudad
cielo
corazón y memoria
todo puede cambiar
(MARIO CAMPAÑA)
Mi patria son mis zapatos
ResponderEliminarque van adonde yo digo;
y no el suelo en que nací,
que no me dejó elegirlo.
(ISIDORO CAPDEPÓN)