Las cuatro paredes de su cuarto estaban oscuras de tanto deslumbre. Una ventanita cuadrada cortaba el cuadro resplandeciente. Un cielo azul limpio, casas radiantes de sol y sombra, una plaza llena de gentes gritando y corriendo.
«Ésa es la vida, sal», le dijeron seres oscuros por dentro de su sangre.
Y se tiró por la ventana.
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