Entrada al azar

      jueves, 6 de septiembre de 2018

      EN LA BIBLIA NO APARECE NADIE FUMANDO (Frank Báez)


      Pero qué tal si Dios o los que escribieron la Biblia
      se olvidaron de agregar los cigarros
      y en realidad todas esas figuras bíblicas
      se pasaban el día entero fumando
      al igual que en los cincuenta en que se podía fumar
      en los aviones y hasta en la televisión
      y yo imagino a todos esos gloriosos judíos
      llevándose sus cigarrillos a los labios
      y expulsando el humo por las narices
      en lo que aguardan
      por sus visiones o porque Dios les hable,
      e imagino a David tocando el harpa
      en un templo lleno de humo,
      a Abraham fumando cigarro tras cigarro
      antes de decidirse a matar a Isaac,
      a María fumando antes de darle a José
      la noticia de que está embarazada,
      e incluso imagino a Jesús sacando un cigarro
      de detrás de la oreja y fumando
      para relajarse antes de dirigirse a las multitudes
      reunidas en torno suyo.
      Yo no soy un fumador.
      Pero a veces me vienen ganas y fumo
      como en este instante en que miro la lluvia
      caer tras la ventana
      y me siento como Noé cuando esperaba
      que pasara el diluvio y se la pasaba
      de arriba a abajo por toda el arca
      buscando donde había puesto
      esa maldita cajetilla.


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