Mas cuando venía el tentador, el resabio de su virtud orgullosa triunfaba en su hija: y nuevamente eran despreciadas las gemas y los espejillos aduladores y por grande que fuese su deseo de vender su belleza, un gesto de orgullo intempestivo malograba el porvenir soñado. Y de nuevo era perdida la ocasión de lograr lo que sólo se le ofrece a una mujer joven. Y nuevamente la mujer envejecía, sin opción ya a las rosas ni a los diamantes: y menguaban sus senos y se apagaban sus ojos en la noche de sus velos de viuda. Mas otra vez, se consolaba su alma triste interrogando el presagio cierto de la belleza naciente de una hija, con la que había de tornar una primavera. Mas cuando la última de las hijas alcanzó la plenitud de su hora florida y vencida por el ejemplo de las hermanas, rechazó también al seductor infalible, cuando éste se hubo alejado, para no volver más, puesto que en la casa ya no había ninguna mujer, cuando toda esperanza de desquite hubo de darse por perdida, entonces fue cuando la madre de las tres hijas se consideró vieja definitivamente y sin esperanza de ver entrar en su casa ya más al seductor, perdida ya toda posibilidad de lograr las rosas ni las gemas, que sólo son ofrecidas a una mujer joven, se abrazó a sus tres hijas y lloró con ellas, con la desesperación inexpresable de quien por tres veces perdió la juventud y la belleza, que las demás mujeres pierden una sola vez y lloran toda la vida.
Selección de RELATOS breves de todo tipo y procedencia, para leer en la Red. (Opción de lectura recomendada: pulsar a la derecha, en "VER UNA ENTRADA AL AZAR".) [blog al cuidado de Isidoro Capdepón y Sandra Gavrilich]
Entrada al azar
miércoles, 6 de marzo de 2019
LA QUE ENVEJECIÓ TRES VECES (Rafael Cansinos Assens)
Mas cuando venía el tentador, el resabio de su virtud orgullosa triunfaba en su hija: y nuevamente eran despreciadas las gemas y los espejillos aduladores y por grande que fuese su deseo de vender su belleza, un gesto de orgullo intempestivo malograba el porvenir soñado. Y de nuevo era perdida la ocasión de lograr lo que sólo se le ofrece a una mujer joven. Y nuevamente la mujer envejecía, sin opción ya a las rosas ni a los diamantes: y menguaban sus senos y se apagaban sus ojos en la noche de sus velos de viuda. Mas otra vez, se consolaba su alma triste interrogando el presagio cierto de la belleza naciente de una hija, con la que había de tornar una primavera. Mas cuando la última de las hijas alcanzó la plenitud de su hora florida y vencida por el ejemplo de las hermanas, rechazó también al seductor infalible, cuando éste se hubo alejado, para no volver más, puesto que en la casa ya no había ninguna mujer, cuando toda esperanza de desquite hubo de darse por perdida, entonces fue cuando la madre de las tres hijas se consideró vieja definitivamente y sin esperanza de ver entrar en su casa ya más al seductor, perdida ya toda posibilidad de lograr las rosas ni las gemas, que sólo son ofrecidas a una mujer joven, se abrazó a sus tres hijas y lloró con ellas, con la desesperación inexpresable de quien por tres veces perdió la juventud y la belleza, que las demás mujeres pierden una sola vez y lloran toda la vida.
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