Una mujer va a dar a luz. En el paritorio el ginecólogo que la asiste constata que va a ser un parto gemelar gravemente distócico y que, aunque quizá pueda salvar a uno de los bebés, la mujer irremediablemente va a morir.
Para distraerla, empieza a hablar con ella y entonces la mujer le refiere todo aquello que la angustia y preocupa. Ninguna preocupación es grave y una de ellas resulta especialmente nimia: que al día siguiente ha de cocinar un bizcocho y no sabe si subirá en el horno.
El médico le dice: -Sí subirá.
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