El piloto militar se fija en uno de aquellos puntos, uno cualquiera, y se pregunta:
¿Es una mujer o un hombre?
De niño, ¿quién meció su cuna? ¿Le contó alguien cuentos?
¿Está enamorada?
¿Tiene hijos? ¿Los lleva, cada día, de la mano al colegio?
¿Toca el piano?
¿Le gusta el fútbol?
¿Cuál es su plato favorito?
¿Se le da bien hacer cuentas?
¿Escribe acaso poemas a escondidas?
¿De qué se rió la última vez?
¿Con quién proyecta cenar esta noche? (Y no, no creo que cene.)
Se da cuenta de que está divagando. Tiene órdenes que cumplir, así que ha de centrarse en su misión. Desciende varios pies hasta situarse a la distancia óptima del objetivo. Los puntos se ven un poco más grandes, pero siguen sin apreciarse los detalles. Pulsa el botón de descarga y, justo encima de aquellos puntos, deja caer varias bombas.
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