Entrada al azar

jueves, 6 de junio de 2019

TRES BARQUITOS (Cuqui Covaleda)


Un pueblo padeció un invierno muy tormentoso.

Llovió tanto que la pequeña presa del valle se rompió y el pueblo comenzó a inundarse.

El agua cubría ya los escalones de la iglesia cuando pasó un barquito:

'Padre Tobías, véngase con nosotros', dijeron los de la lancha al cura.

'No, hermanos, no hace falta; yo soy un hombre de Dios y he dedicado mi vida a su servicio. Estoy seguro de que Él no permitirá que me ahogue', respondió el sacerdote.

El bote se fue y el agua siguió subiendo.

Llegaba el agua ya a los nidos de golondrina del alero y el sacerdote tuvo que sentarse sobre el tejado.

Pasó otro barquito por delante:

'Padre Tobías, véngase con nosotros'.

El cura volvió a negarse:

'No, hermanos, no hace falta, yo soy un hombre de Dios y Él no permitirá que me ahogue'.

De modo que los visitantes se marcharon y la inundación siguió su curso.

El agua iba por la mitad de la torre y el cura se había tenido que subir al campanario cuando apareció un tercer barquito:

'Mire que somos los últimos, padre. Será mejor que venga con nosotros', le exhortaron.

Pero el sacerdote volvió a hacer profesión de fe en la providencia y se quedó.

La lancha se alejó, el agua siguió subiendo y el cura se ahogó.

Entonces el alma del sacerdote, enfurecida, acudió a las puertas del Más Allá.

Se saltó las largas colas de muertos recientes y se plantó delante del arcángel portero.

'¡Vengo a reclamar, estoy indignado!', rugió el sacerdote: '¡Yo soy el padre Tobías, un hombre de Dios! Estoy seguro de que Él no me ha abandonado y sin embargo me he ahogado. Quiero saber quién es el responsable de este error'.

'Permítame que consulte los libros', contestó el arcángel.

Y pasó hoja tras hoja el inmenso volumen hasta que encontró el nombre de Tobías:

'Ah, no, tiene que haber un error: aquí pone que le hemos enviado tres barquitos'.




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