Entrada al azar

domingo, 16 de diciembre de 2018

EL FUGITIVO (Saiz de Marco)


Desde que leí esa frase, “tempus fugit”, dedico todo el tiempo a disfrutar del tiempo. Sostengo el reloj en las manos y veo, cada segundo, moverse la aguja de los segundos. Sé que ha pasado un segundo porque lo dice la aguja. A mí, la verdad, se me hacen unos más largos que otros. Pero ella es exacta y rigurosa. Y aunque se detuviera, el tiempo seguiría su flujo: imparable, permanente, intemporal. También avanzan los minutos y las horas. (Hay quien a las agujas las llama manillas o manecillas.) A estas últimas, las de las horas y los minutos, nunca las he visto moverse. Pero cambian de posición, eso seguro. A veces mi mente vuela hacia otras cosas, pero enseguida la llamo al orden: "Vamos, a tu tarea, a ver pasar el tiempo". Sé que los demás no actúan igual. De hecho, no conozco a nadie que haga lo mismo. Pero no entiendo su actitud. No comprendo que puedan vivir sin contemplar el avance de las agujas, sin paladearlo antes de que escape, ocupados en otros quehaceres, dejándolo ir sin más, perdiendo el tiempo.


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