Entrada al azar

jueves, 16 de abril de 2020

ESTO SÍ QUE ES VIDA (Amando García Nuño)


Concluida su jornada laboral, la muerte solía descansar a la sombra, sobre una tumbona de aquel hotel de playa. Allí, en el jardín, junto al gintonic con limón exprimido y unos ganchitos en forma de guadaña, recuperaba el humor perdido a lo largo de un día ajetreado. El suyo era un trabajo aburrido, sin valor social ni relevancia alguna, un mero acompañamiento de caminantes agotados, en tortuosos paseos sin retorno. Un trabajo, además -según tenía entendido en las encuestas- mal valorado por la clientela presente y futura. 

Cruzó las tibias con coquetería y exhaló un suspiro. Suspiro que, en su caso, desde luego, no sería el último, pensó con regocijo. Se estaba bien, disfrutando del ocio tras varias horas de curro extenuante. Esto sí que es vida, murmuraba la muerte para sí, mientras repasaba con desgana su agenda del día siguiente, esto sí que es vida.


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