Cuando llama a Manuel Cruz, le dice:
-Hombre de poca fe. No creíste en mí. Por eso no entrarás en el Paraíso.
-Oh Señor –contesta Cruz-, es verdad que mi fe no ha sido mucha. Nunca he creído en Vos, pero siempre te he imaginado.
Tras escucharlo, Dios responde:
-Bien, hijo mío, entrarás en el cielo; mas no tendrás nunca la certeza de hallarte en él.
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